Aunque pueda sonar extraño, creo que debo darle gracias a Dios por 4 cosas durante ésta contingencia:
1. Nos está ayudando a valorar nuestra actitud e interés como Líderes/Pastores, llevándonos a lo realmente importante.
Más que los programas, las personas.
Más que lo que recibimos, lo que podemos dar.
Más que lo que hacemos por las personas, lo que Dios hace por ellas.
Más que «mi» ministerio, el ministerio de la Iglesia a través de las personas.
2. Nos está provocando a «ser» una Iglesia para ésta generación.
Creo que estábamos muy atrasados en poder alcanzar a las nuevas generaciones y ésto nos está «forzando» a «ver como ellos ven».
Estábamos siendo líderes del siglo XIX, con tecnología del siglo XX para la generación del siglo XXI.
¡Necesitamos ser una Iglesia para el presente!
3. Nos está concediendo preocuparnos por y valorar a quien amamos.
Nuestra familia. Es tiempo de estar en casa, juntos.
Nuestros ancianos. Valorar su vida. Valorar sus esfuerzos.
Nuestros niños. Dedicarles tiempo. Recordar que los hijos “son nuestros” y no de la escuela o de la guardería.
Es tiempo de reconocer nuestra importancia como figuras de autoridad y ejemplo.
4. Nos está permitiendo poder conocer más a Dios de una manera diferente.
¿Será que Dios quiere que ésto termine pronto?
¿Será que voy a contagiarme y morir?
¿Será que soportaremos económicamente?
¿Será que «comenzaremos de nuevo?
No lo sé. Pero Dios sí sabe.
Lo que sí se es que puedo confiar en Dios y descansar en Él.
Tal vez no conocía a Dios de ésta manera y nunca lo iba a hacer si ésta Pandemia no nos atacaba.
Así que, aunque el COVID-19 es una crisis… creo que es una crisis buena.
Aparte, si algo he aprendido en los últimos años es a dar gracias a Dios en todo y por todo.
Gracias Dios! En ti confiamos.
