Noticias

Oren por la paz de la ciudad.

Llevo alrededor de cinco años y medio viviendo en la que en inicios del 2019, el INEGI consideró la ciudad de mayor percepción de inseguridad de México[1]. Cuando, en el 2014, mi familia y yo llegamos a Reynosa, la violencia de la ciudad estaba en uno de sus puntos mas altos. En casi 6 años, hemos identificado alrededor de tres momentos en que la situación de la ciudad ha sido de alerta; el motivo de escribir estas lineas es compartir contigo algunos de los retos que la iglesia enfrenta en el proceso de cumplir la Misión de Dios en la frontera de México con Estados Unidos, en el contexto de la violencia y los estragos que genera la delincuencia organizada. 

Cuando la violencia es externa. 

Al principio de nuestro peregrinar de ministerio en la ciudad, lo primero que tuvimos que hacer fue aprender cómo se vive en nuestra ciudad cuando “se pone violenta”. Hay una frase que es parte del vocabulario común aquí: “hay situación”. Eso significa que bandas de delincuentes se están enfrentando entre ellos o contra la policía y el ejercito, en alguna parte de la ciudad; estas “situaciones” con frecuencia ocurren en las calles o zonas mas frecuentadas por la población, por lo que al escuchar detonaciones, casi inmediatamente revisamos redes sociales para identificar el área donde esta ocurriendo, y evitar movernos hacia esos lugares; cuando las situaciones ocurren cerca de donde nos encontramos, buscamos refugio, y esperamos. Los enfrentamientos normalmente duran unos cuantos minutos, de manera que a la media hora la gente puede volver a sus actividades normales. Narrarlo así es demasiado simple; me costó mucho entender esa dinámica, pero nos acostumbramos. Ese es el problema justamente: Nos Acostumbramos. La gente esta acostumbrada a la violencia. Es “normal” escuchar detonaciones; es “normal” que haya situaciones; es “normal” que en cerca de tu casa haya enfrentamientos durante la noche o madrugada… Los miembros de mi congregación (y yo mismo) tenemos historia tras historia de como estuvimos en alguna “situación”, y Dios nos libró de ella. 

Cuando la violencia toca a tu puerta.

Todo se hace mas sensible cuando la violencia toca a tu puerta; cuando deja de ser una estadística, y tu o los tuyos se convierten en los números de las estadisticas; una cosa es escuchar que están secuestrando, y otra muy distinta es que alguien de los tuyos, quienes amas, están experimentando un secuestro. Hemos dado ese trago amargo en algunas ocasiones; seres que amamos son arrebatados de nuestras manos, a veces a minutos de haberte despedido de ellos. Para la Gloria de Dios en las tres ocasiones en que alguien cercano a mi ha pasado por una experiencia de secuestro, siempre han sido liberados, sin heridas físicas. Pero la herida del alma queda; y qué difícil es pastorear en esos momentos. Me ha tocado estar con familias que pasan justo el proceso de la negociación por la vida de un ser amado; una mañana un amigo muy amado me llamó y me dijo: “se llevaron a mi papá; tres hombres encapuchados con escopetas lo subieron a una camioneta”. El corazón se rompe al escuchar eso; oramos, buscamos a Dios, clamamos por su misericordia; Dios es fiel, y nuestros hermanos son liberados; pero en otras ocasiones no pasa eso. Conocí a una mujer cuyo padre un día salió de casa y no regresó; un hombre de bien, trabajador, honesto, con un negocio, quien fue privado de su libertad, y jamás volvieron a saber de él. Ser iglesia en esos momentos es tan importante, y tan retador. El mensaje de Esperanza de Jesucristo es predicado, pero nuestras palabras a veces no son suficientes para consolar los corazones de los quebrantados por la violencia. 

Cuando la violencia toca a los cristianos.

En mi ciudad escuchamos de secuestros y extorsiones, pero empezé a preocuparme cuando ya no eran historias de terceros, sino cuando en las filas de las congregaciones empezábamos a orar por hermanos nuestros que habían sido amenazados o secuestrados. En los 90’s pensábamos que “persecución a cristianos” era una palabra del sur de México, que pasaba “en otros lados”, que en el norte la cosa era sencilla para los cristianos. Pero con el ambiente de violencia, los cristianos sufrimos un tipo de persecución que pone a prueba nuestra fe. El Sol de México dice: 

“Las persecuciones contra cristianos aumentaron en 2018 en el mundo por sexto año consecutivo, según la ONG Puertas Abiertas, que publicó este miércoles su índice anual. Esta organización protestante analiza la situación de los cristianos que son víctimas de opresión, discriminación y hasta asesinatos en 50 países del mundo. La ONG alerta también sobre la situación en México, en donde «organizaciones criminales y carteles de la droga atacan a cristianos porque consideran a las iglesias como fuentes de ingresos”.[2]

¿Qué hacemos los creyentes cuando somos victimas de la violencia y de la delincuencia organizada? La pregunta es muy difícil de responder; pero salta a mi mente las palabras de Jeremías a un pueblo que estaba devastado, diciéndoles:

“Y trabajen por la paz y prosperidad de la ciudad donde los envié al destierro. Pidan al Señor por la ciudad, porque del bienestar de la ciudad dependerá el bienestar de ustedes”.

Jeremias 29:7

Familia cristiana, oren por su ciudad, y por el pueblo de Dios, y en sus oraciones incluyan a las ciudades azotadas por la violencia y el narcotráfico; que el evangelio sea anunciado y la iglesia esté llena del Espíritu Santo para que con denuedo proclamemos a Jesucristo. 

Pbro. Hugo Almanza. 


[1] https://politica.expansion.mx/mexico/2019/01/16/reynosa-encabeza-la-lista-de-ciudades-donde-a-gente-se-siente-mas-insegura; de acuerdo a este dato, el 96% de los habitantes se percibían inseguros o vulnerables ante la violencia. 

[2] 19 de Enero 2019 (Rescatado el 27 de Febrero 2020) https://www.elsoldemexico.com.mx/mundo/cristianismo-crimen-2943277.html

Sobre el autor

Hugo Almanza es un pastor metodista mexicano, radicado en Reynosa Tamaulipas; tiene mas de 10 años ejerciendo el ministerio, ha sido maestro del Seminario Wesley de Monterrey, músico y escritor.

(1) Comentario

  1. Rogad por ellos, orad por ellos. Lo minimo que podemos hacer es orar. Es interesante como esa parte del 7 dice: «Porque en su paz tendreis vosotros paz.» ?Oyeron bien eso? eso es interesante y profundo, de que en la medida de que nosotros buscamos la paz de la ciudad el bienestar, la prosperidad, todos los recursos y grandeza de Dios para ellos Dios nos lo va a dar a nosotros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *