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Piedra sobre piedra

Mateo 24:1-2: “Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada”.

Hoy curiosamente veo mucha vente asustada pensando que esto del virus son las señales del fin, ya hasta hay teorías de que se acerca la marca de la bestia, que esto es el principio del apocalipsis. Pero nada de eso. Yo creo que el Apocalipsis se escribió en griego aoristo, es decir, en presente continuo, y créame, en cada generación, se han cumplido los apocalipsis. Para la iglesia perseguida, pobre, hambrienta que era echada al circo romano donde eran destazados por gladiadores o por bestias hambrientas. Terremotos, pestes que han acabado con millones, no con miles, con ¡millones! guerras que mataron más de 50 millones, incendios, tsunamis, tornados, huracanes, en fin… Esto no es el Apocalipsis, y si lo fuera, el Señor Jesús es nuestra salvación y paz, y aunque la tierra tiemble y sea removida, no temeremos mal alguno porque él está con nosotros…!

Este pasaje que cité, está a días del arresto y la muerte de Jesús.
Este capítulo constituye una de las porciones más difíciles de la Biblia.
Todos admiten que es un discurso profético, pero algunos piensan que la mayoría de los eventos aquí profetizados tuvieron cumplimiento el año 70 en la destrucción de Jerusalén. Otros piensan que la primera mitad se refiere a la destrucción de Jerusalén, y la segunda a la Venida futura del Hijo del Hombre, es decir, a la segunda venida de Cristo. Es posible que aquí como en muchos otros pasajes proféticos, se den dos niveles, dos mensajes, en el panorama histórico de la profecía, y que algunos elementos que se cumplieron en el año 70 sirvan de tipo y anticipación a los sucesos de la Segunda Venida del Señor.

Cuando Jesús había salido del Templo e iba de camino se acercaron a Él sus discípulos y le mostraron los edificios del Templo (v. 1). Él les dice que, de todo aquello, no quedará piedra sobre piedra (v. 2). Vemos que Jesús dejó el Templo, pero no dejó a sus discípulos que le habían seguido cuando fue al Templo, y cuando salió de él. Es cosa buena estar donde Cristo está, y salir de donde Él sale o donde no está. El Templo que Herodes había mandado edificar era verdaderamente hermoso y lujoso. El Talmud de Babilonia dice: «El que no haya visto el templo de Herodes, no ha visto nunca un edificio hermoso». Hubo tres etapas del templo: El Templo de Salomón, el Templo de Sorobabel y el Templo de Herodes. Era el mismo, pero reconstruido.
El Templo de Herodes sobrepasó la belleza del anterior. Josefo, que lo conocía bien, lo describe detalladamente (Ant. 15:11; Guerras 5:5); también se dan datos en la Misná (Middoth). Antes de derribar el santuario antiguo, Herodes hizo preparar los materiales necesarios. Los trabajos comenzaron el año decimoctavo del reinado de Herodes, en el 20–19 a.C. Herodes asignó a los sacerdotes la tarea de construir la parte en la que sólo ellos tenían el derecho a entrar. Un año y medio más tarde habían finalizado la tarea. Otros obreros tardaron ocho años para construir los pórticos. El edificio no fue acabado hasta la época del procurador Albino (62–64 d.C.; Ant. 15:11, 5–6; 20:9, 7; cfr. Jn. 2:20). El conjunto ocupaba dos veces más espacio que el templo anterior (Guerras 1:21, 1). Si describiera cada parte del templo, de verdad, es asombroso. Si alguien lo desea, le puedo enviar un documento describiendo el templo a detalle. A los discípulos les llaman la atención tanta majestuosidad. Quizá porque ellos mismos estaban encantados con el edificio, y esperaban que Jesús también lo estuviera. Ellos habían vivido la mayor parte de su vida en Galilea, a bastante distancia de Jerusalén, y raras veces habían visto el Templo; por eso mostraban mayor admiración, y pensaban que Jesús había de admirar también toda aquella gloria.
¿Veis todo esto? Ellos querían que Cristo viese todo aquello como ellos lo veían, y que se admirase de ello como ellos se admiraban; pero la mirada de Cristo penetraba hasta lo más hondo del tiempo y del espacio, y por eso veía las cosas de otra forma. Una mirada parecida a ésta nos haría mucho bien.
En vez de revocar su sentencia Jesús la ratifica: De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra. Lo afirma de una manera enfática: De cierto; sabe lo que dice, y habla de una ruina segura y completa. Aquel edificio que tanto admiraban los discípulos, iba a ser demolido por completo: no iba a quedar piedra sobre piedra. 40 años después, y aunque Tito al tomar la ciudad, puso todo su empeño en conservar el Templo, no pudo impedir que sus furiosos soldados lo destruyeran por completo; y la demolición fue tal, que Turno Rufo pudo arar el terreno sobre el que se había levantado el edificio.

Usted se preguntará: ¿Pastor y todo esto en qué nos ayuda con el coronavirus?
Mucho… mucho.
Hasta los hombres buenos son propensos a enamorarse demasiado del esplendor y belleza exterior y a sobrevalorarlas, aun cuando se trate de las cosas de Dios como el templo.
Es cierto que el Templo era glorioso, pero:
1. Esta gloria estaba manchada y oxidada con los pecados de los sacerdotes y del pueblo. Isaías 1:13-20.
2. Esta gloria estaba eclipsada y superada por la presencia de Cristo.
3. A Jesús no le impresiona la belleza de este mundo porque este mundo es temporal.

O quizá en señal de tristeza de que este bellísimo edificio hubiese de quedar desolado; en este caso, le habrían mostrado los edificios por ver si retiraba la sentencia que había proferido poco antes.

Hay una discrepancia entre los pensamientos nuestros y los de Cristo. Cristo había considerado la ruina de las almas y había llorado por ello (Lc. 19:41); en cambio, los discípulos se fijaban en los edificios suntuosos, y estaban prestos a llorar por ellos. En esto, como en muchas otras cosas, nuestros pensamientos no son los de Dios (Is. 55:8). Jesús predice la completa destrucción que ha de sobrevenir a ese lugar (v. 2). Si supiésemos ver con los ojos de la fe cuán efímera es la gloria de las cosas de este mundo no seríamos propensos a darles un valor que no tienen.

Si, este coronavirus está causando estragos, pero, ¿Qué es lo más valioso?
¿El dinero? ¿tus posesiones? ¿tus logros?
¿En verdad lloramos a un templo o salón donde nos reunimos?
Jesús dijo: No quedará piedra sobre piedra.
Y si, dice el apóstol Pedro que después que Jesús venga, este mundo será destruido y los elementos ardiendo serán, deshechos.
¿A qué le lloras tú? ¿a salir? ¿al dinero que estás perdiendo? ¿al lugar dónde nos reunimos?

No sé, de hecho, tengo muchas dudas sobre la pandemia esta. Pero como no puedo saber todo, tengo que obedecer a mi autoridad y quedarme en casa el tiempo que sea necesario. Al final, aquí se quedará todo lo que hayamos construido. Pero que nuestra alma esté siempre con el Señor. ¿Qué estás edificando? Dice Jesús: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Ánimo..! Jesús está con nosotros. No pierdas lo más valioso. Aprovecha para convivir con tus hijos, con tu cónyuge, háblale por teléfono a tus familiares o amigos lejanos. Comienza a leer un libro o termina aquel que dejaste a medias. Ora, lee tu Biblia. No solo uses las redes como Facebook o whatsapp para enviar chistes o noticias, mejor envía palabra de Dios. Haz la diferencia y no le llores a paredes. Recuerda, la iglesia no es un lugar a donde vas, la iglesia es una familia a la que perteneces. No estás solo:

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia, Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.

David Almanza.

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