Pensamientos

El Sufrimiento

“Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió ese mal en bien para hacer lo que hoy vemos: para salvar la vida de mucha gente. Así que no tengan miedo yo les daré de comer a ustedes y a sus hijos. Así José los tranquilizó, pues les habló con mucho cariño”.
Génesis 50:20-21.

¿Por qué Dios permite el sufrimiento? El sufrimiento nos cuestiona de manera continua. Nos indigna y nos confronta. Es el desafío más grande a la fe cristiana. La cantidad de sufrimiento y su distribución pareciera ser aleatoria e injusta. Los teólogos y filósofos se han batido durante siglos con el misterio del sufrimiento inmerecido, y ninguno ha logrado llegar a una solución sencilla ni completa. Aunque el sufrimiento nunca es bueno en sí mismo, Dios es capaz de usarlo para bien de múltiples formas. Dios te ama. Tu sufrimiento también es sufrimiento de Dios. Él sufre junto a ti. Sin embargo, no siempre elimina el sufrimiento de tu vida; a veces usa las cosas malas que ocurren para llevar a cabo sus buenos propósitos.

1. Dios usa el sufrimiento para transformarte

¿Has tenido momentos en tu vida cuando, debido a las circunstancias, te estremeciste? ¿Ocasiones cuando perdiste empuje y sentiste la tentación de abandonar? Bueno, José era el hijo consentido de su Padre Israel. Pero lo que le pasó, lo formó para ser un gran líder. Un líder que dirigía al pueblo más importante y fuerte en ese momento.

2. Dios utiliza el sufrimiento para salvarte

Mateo 17:22-23. Jesús vino para lidiar con el sufrimiento (17:22-23) y, en última instancia y como parte de su obra de largo alcance, para quitar todo sufrimiento a través de la cruz y la resurrección. En el corazón del universo está el sufrimiento de Dios en la cruz: «Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo matarán, pero al tercer día resucitará”. Y los discípulos se entristecieron mucho» (22-23). No entendían que aquello que los humanos se proponían para mal, Dios lo cambiaría para bien, para salvar muchas vidas. Podríamos decir que Jesús «perdió la batalla para ganar la guerra». Lo que el diablo se propuso para mal, Dios lo cambió para bien. Fue capaz de tomar el mayor mal jamás cometido (matar al Hijo de Dios) y usarlo para el mayor bien (la salvación de la humanidad).

3. Dios emplea el sufrimiento para sus buenos propósitos

Génesis 49:1-50:26. Sea lo que fuere que la gente malvada (o aun el diablo) planee en tu contra, Dios es capaz de usarlo para sus buenos propósitos: para tu propio bien y el beneficio de otros que serán bendecidos por tu vida y ministerio. Cuando Jacob se aproximaba al final de su vida, bendijo a sus hijos. Bendijo a Judá con victoria, prosperidad y liderazgo. Judá iba a convertirse en la tribu sureña más poderosa de Israel y, en la persona de David, aportó el rey para la nación entera. Aquí vemos una anticipación de Jesús: «El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando» (49:10). Más adelante leemos que «una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel» (Números 24:17). Jacob usa la imagen del león (Génesis 49.9). Jesús es descrito como «el León de la tribu de Judá, la Raíz de David» (Apocalipsis 5:5). Jacob prosiguió bendiciendo a José, «un retoño fértil» (Génesis 49:22). Había pasado dificultades y ataques, «lo atacaron sin piedad; le tiraron flechas, lo hostigaron» (23). Pero Dios usó todo para bien. José fue exitoso porque la mano de Dios estuvo sobre él y cambió el mal en bendición (50:20).
Al morir Jacob, los hermanos de José estaban preocupados de que José se vengara por todos los males que habían cometido en su contra (15). Pero José dijo: «No tengan miedo. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios? Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos» (19-21). «Para José, una posible reivindicación hubiera logrado algo para él en aquel momento, pero no hubiera hecho nada por el reino de Dios. Cuando recibimos cualquier tipo de maltrato, debemos entender que nuestro sufrimiento tiene implicaciones profundas y enormes para el reino de Dios. Detrás del sufrimiento continuo, hay motivos que no se ven. ¿Quién sabe lo que Dios hará con nuestra vida si afrontamos el maltrato con dignidad?».

Te animo a que percibas la mano de Dios en todo lo que te sucede, sea bueno y malo. Observa todo con los ojos de la fe. Comprende que todo es parte del plan de Dios de transformar el mal en bien (así como hizo por medio de la muerte de Jesús en la cruz). La promesa del Nuevo Testamento es que Dios utilizará todo lo que te ocurra para bien. Al enfrentar pruebas, tentaciones, luchas y dificultades, el Nuevo Testamento te asegura que «todas las cosas [obran] para el bien de quienes lo aman [a Dios], los que han sido llamados de acuerdo con su propósito» (Romanos 8:28).

Muchos caminarán por las calles y conducirán sus vehículos o simplemente se quedarán en sus casas, masticando la amargura, la desilusión y rechinando sus dientes con un pequeño hálito de venganza. Frustración ha inundado su corazón, porque no han sido comprendidos. Todos hemos transitado ese sendero alguna vez de nuestra vida. Pero, yo hoy, no quiero caer en ese pozo de desesperación, más con la ayuda de Dios cambiaré lo amargo en miel.

José tenía suficientes razones para la venganza, porque su vida fue hundida en la desesperación, la división y fue separado de su familia por los corazones tenebrosos de sus hermanos, quienes llenos de envidia, egoísmo y crimen, lo vendieron como esclavo. Años de sufrimiento, soledad y angustia inundaron a José, pero un día… glorioso día, salió de la oscuridad, el anonimato, la desesperación y la ignorancia, hacia la luz del reconocimiento, la sabiduría y el amor. Ocupó un lugar de importancia en Egipto, mientras sus hermanos poco a poco se hundían en la tristeza, el hambre y el vacío.

Un día José, no esperaba lo que sucedió… pero sucedió, sus hermanos sin saber que él era José, vinieron para nutrirse de su sabiduría, su misericordia y sus alimentos, porque en la tierra de ellos ya no había nada de eso… y cuando José los vio, los reconoció. Esa era la gran oportunidad para ajustar cuentas. Pero, milagro de milagros, el corazón de José, no se había dañado y por eso dijo: Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió ese mal en bien para hacer lo que hoy vemos, para salvar la vida de mucha gente. Dios cambio el mal en bien, pero José cambio lo amargo en miel. Y extendió sus manos y su corazón a quienes lo quisieron destruir. Yo quiero hoy convertir lo amargo en miel, que Dios convertirá lo malo en bueno, si mi corazón no se contamina.

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