Escribo esto mientras reflexiono sobre los cambios. En verano del 2006, Dios conmovió mi corazón para tomar una de las decisiones mas importantes de mi vida: servirle. Dejé «mi tierra y mi parentela» en Guanajuato para aventurarme a Monterrey a iniciar mis estudios en el Seminario Metodista Juan Wesley (mi alma mater); 4 años estudiando, tres iglesias en las que tuve la oportunidad de colaborar siendo estudiante: Refugio de Paz, El Alfarero y El Divino Salvador. Muchas experiencias, muchos nuevos amigos, muchas risas y lagrimas. Encontré verdaderos hermanos, y también encontré a la mujer de mi vida.
En agosto de 2010, inició un sueño: Casa de Oración Vida. No había muchas cosas claras en ese momento: ¿un recién graduado iniciando una congregación? no había mucha escuela, ni instrucciones, ni manuales de procedimientos, ni nada… De hecho, no había nada… Un viernes un matrimonio de amigos y yo nos reunimos a orar en su casa, y a cantar canciones al Señor, y a meditar sobre la vida de Obed Edom, quien recibió (como ellos) al Señor en su casa… Y así iniciamos; luego escuelas de verano, reuniones, anti-halloween, etc… Casa de Oración Vida inició. Inició con una reunión de niños llamada «Club de Vida» el último sábado de octubre. En Febrero de 2011, mi entonces novia, junto a algunos otros hermanos iniciamos las reuniones dominicales en COV. Eramos pocos, usábamos las sillas de un comedor viejo que me habían regalado, y los sillones, y hasta bloques de concreto para sentarnos… Usaba mi vieja guitarra, esa que me regaló Fidel Monjarás cuando era niño. Y era todo. Pero alabábamos a Dios, y Dios estaba ahí.
Y empezaron a llegar los fieles hermanos. Una familia tras otra llegaron; y muchos mas, que estuvieron un tiempo y luego se fueron. Y formamos una familia. Al final del año mi novia y yo nos casamos; ahora éramos «los pastores» de COV. Luego nació nuestro hijo, un nuevo miembro de la iglesia. Hubo cambios, nos mudamos de ahí a acá. Y finalmente llegó el momento de decir adiós a COV. En la ultima reunión anual de mi denominación, mis autoridades tomaron la decisión de que era tiempo de irme a pastorear otra iglesia, en otra ciudad: La Promesa, en Reynosa Tam.
Es un tiempo difícil, de incertidumbre, de tristeza, de despedidas, de adiós… Extrañaré a mi iglesia; es como un bebé que vi nacer, que alimenté desde el inicio. Si bien no soy el mejor pastor, y tengo muchas carencias, amo profundamente a esta grey que pude pastorear por casi 4 años. Pero al mismo tiempo es un tiempo de aventura. Revivo esas emociones del 2006 cuando llegue a Monterrey; la adrenalina, la emoción, lo desconocido, nuevos retos, nueva gente, nuevos amigos, nuevos lugares… Pero ahora no voy solo como entonces, ahora somos tres. Confío en el Señor que nos dirige y nos lleva tomados de su mano.
Porque Aquel que nos llamó sigue presente
E irá delante siempre igual con su poder
Igual que ayer, igual que hoy sobre mi hombre
Su mano sentiré al caminarY nada habrá que con el paso de los años
Del corazón quitar pudiera este sentir
Llegará el fin y aun tendré junto a mi oído
El dulce calorcito de su voz
Hugo A.
Los mejores deseos Hugo, sin duda Dios te seguirá sorprendiendo y llevando de su mano en todo momento.