Sermones

Que hacer cuando Dios dice “NO”.

La gente de Dios, los cristianos, los seguidores de Jesús, lo somos porque en un momento de nuestras vidas, hemos decidido caminar tras sus pasos. Como Mateo, o Pedro, tuvimos un encuentro con Cristo, y empezamos a seguirle. Entonces llegamos a Cristo, y nos enseñan sobre muchas cosas, entre ellas algunos conceptos “nuevos” para nosotros, y algunas actividades nuevas para algunos de nosotros. Nos hablan de congregarnos, de pecado, de santidad, de oración; que si lo que hacemos es la voluntad de Dios. Y aprendemos acerca de la oración; y nos enseñan que debemos orar. Y empezamos a orar, primero pedimos por nuestras necesidades; y vemos como Dios va respondiendo muchas de ellas.

Pero entonces sucede lo que a muchos nos ha dejado “incomodos”. Un día Dios no responde; o quizá no responde como nosotros queremos… ¿Qué pasa? Hasta nos preguntamos: Pues si todo iba bien, Dios y yo éramos amigos… Pero ahora no responde. ¿Acaso pequé? ¿Estoy mal? ¿Dios se enojó conmigo? En el discipulado, en el apartado de oración, compartimos que Dios siempre responde, al menos de tres maneras: Si, NO y ESPERA. Nos gustán los “si’s” de Dios. Pero, ¿Qué pasa cuando Dios responde “no” o “Espera”?

Hay dos casos donde Dios literalmente impide el paso a dos hombres para que no hagan lo que pretenden hacer. Uno es Pablo, y el otro es Balam. Ambos están encaminados a maldecir, perseguid y dañar al pueblo de Dios.

La historia de Pablo se encuentra en Hechos 9:3-6:

Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

Y Pablo “dobla las manitas”. Y desde el principio le dice “Señor” al que se le presentó en camino a Damasco. Pero la otra historia no es tan agradable. Es la historia de Balam. Y está narrada en Números 22:6,8,12,21-33:

Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito. Y vino Dios a Balaam, y le dijo: ¿Qué varones son estos que están contigo? Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. Así Balaam se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos. Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino. Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al otro. Y viendo el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam; y él volvió a azotarla. Y el ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había camino para apartarse ni a derecha ni a izquierda. Y viendo el asna al ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo. Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces? Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y él respondió: No. Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva.

Mejor conversa con la burra, antes de entender que esta siguiendo un camino equivocado. Dios a veces va a entorpecer nuestros caminos para hacernos entender que lo que estamos persiguiendo es contrario a sus planes para nosotros. Balam tenia el entendimiento entenebrecido, aunque era un hombre con una sensibilidad espiritual. El final de Balam es que muere, pero no es recordado como un profeta, sino como un brujo.

Si Dios dice no, y sabes que tus caminos no son correctos, no lo intentes. Lo mejor que podemos hacer cuando nos damos cuenta que caminamos en contra es rendirnos. Pablo lo entiende al instante; Balam se pone a platicar con la burra. Pero la pregunta es, ¿Cómo voy a responder yo?

Vea lo que dice Oseas, sobre su esposa infiel, que caminaba buscando a otros hombres:

Oseas 2:6-7: Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.

Dios nunca va a bendecir planes ni caminos que implican pecado o injusticia. Al contrario, a menudo pone espinos para impedirnos lograr esos objetivos motivados por el pecado. Deja de pedir a Dios sobre influencias, trucos, atajos, palancas, etc.

Pero, ¿Que pasa cuando nuestros planes son “piadosos” y los vemos bloqueados? Hechos 16:6-10 nos relata un acontecimiento asombroso:

Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.

Aquí tenemos a Pablo, Timoteo, Lucas y otros siervos de Dios, predicadores de la iglesia; Están trabajando en el reino de Dios; sus viajes no son de placer; no andan mercando, ni de turistas. Ellos predican el evangelio; no hay labor mas loable, ni trabajo mas valioso. Entonces se encuentran en esta situación: Dios mismo prohibiéndoles hablar la palabra en un lugar. De primera instancia, la frase no hace sentido. Pero Pablo y los otros fueron sensibles. Es que parece que hay momentos en que Dios no solo nos dice “no”, sino que las circunstancias (que están en control de Dios) se mueven de tal manera que debemos ser sensibles, y desistir.

¿Cómo distinguirlo? ¿Cómo discernir entre insistir por lo bueno, o desistir en un proyecto?

La palabra clave es “discernir”. Cuando hay oposición a labores loables (Como predicar el evangelio, o hacer el bien a alguien, o alguna otra labor piadosa), nosotros tenemos una bendición que no tienen otras personas: al Espíritu Santo. Es tan importante nuestra comunión con el Espíritu Santo, pues ello nos ayuda a distinguir si la oposición es del diablo o el mundo, o si es Dios quien no nos está permitiendo hacer algo. Note que Hechos usa una pequeña palabrita: “LES”. Esta no fue revelación de uno solo. Esto fue una conclusión a la que llegaron en comunidad. Si un día sientes oposición en una situación piadosa, no tomes una decisión solo. Y si buscas consejo, ¡síguelo! En la multitud del consejo se encuentra la sabiduría.

¿Qué hacer para distinguir? Busca desarrollar la sensibilidad a su voz. Hebreos 7:7-8 dice: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto”. Si el Espíritu Santo esta marcando un camino, debemos ser sensibles a su voz. Debemos ser mansos, preparados para obedecer a Dios y recibir sus “SI, NO y ESPERA” con mansedumbre.

Cuando Jesús enseñó a orar a sus discípulos (y a nosotros), el usó una frase que no es coincidencia: Venga tu reino, hágase tu voluntad. El reino de Dios viene, y la voluntad de Dios se hace. Y es que conviene repetir que Dios nunca va a bendecir planes ni caminos que implican pecado o injusticia. Así que por tu bien, deja de pedir a Dios sobre influencias, trucos, atajos, palancas, etc.

¿Qué está respondiendo Dios a tus peticiones? ¿Si, No o Espera? Los “sis” de Dios son maravillosos; pero si nos dice “no”, necesitamos ser sensibles, y obedecer a su voluntad. Que nuestro corazón sea atento, y distinga la respuesta de Dios. Si su no es por pecado, aléjate; Si su no es por que el quiere otra cosa para ti, se sensible a su voluntad. Si su no, realmente es un “espera”, entonces ESPERA.

Sobre el autor

Hugo Almanza es un pastor metodista mexicano, radicado en Reynosa Tamaulipas; tiene mas de 10 años ejerciendo el ministerio, ha sido maestro del Seminario Wesley de Monterrey, músico y escritor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *