Devocional

MI GLORIA Y EL QUE LEVANTA MI CABEZA

Pero tú, oh SEÑOR, eres un escudo que me rodea;
eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto.
Clamé al SEÑOR, y él me respondió desde su monte santo.
Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo,
porque el SEÑOR me cuidaba.
Salmos 3:3-5 (NTV)

Hoy es uno de esos días en los que no puedo con esta ola de pensamientos, de esos días en los que no encuentro paz, desanimado, sin fuerzas, parece que la confianza se desvanece y el terror comienza a inundar el alma. Todo lo que haces, lo haces mal, desganado, sin motivación, sientes ese vacío y parece que estas solo, ¡no puedes dormir! Piensas y te preguntas: “¿Algún día pasará esta frustración y angustia? Es tan fuerte la situación que estoy enfrentando, que no sé por dónde empezar ni qué decisiones tomar; parece que todo lo que haces es en vano no hay mejora ni avance en lo acontecido. Sé que te has sentido así; duele, pero es parte de la vida.

Lo único que todo esto logra es recordarme que tan vulnerable soy, que sigo siendo humano y que sigo padeciendo como cualquier persona. Que, aunque ame a Dios, le busque en oración y en su palabra, sigo siendo humano y estamos aquí en esta vida, para seguir creciendo, aprendiendo y caminando hacia Su propósito.
Dios jamás dijo que los problemas, discusiones, enfermedades, acontecimientos dolorosos, dudas o injusticias se acabarían en nuestra vida, pero si dijo: “Confía, yo estaré contigo, mío eres tú, cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán (Is 43:2)”; en otras palabras dijo que ahora está conmigo en medio de TODA situación dolorosa, de toda impotencia, en todo tiempo que pareciera que no hay salida, en todo momento que parece que no avanzas, o cuando las circunstancias señalan que todo va mal y que no hay mejora.

En la vida, eventualmente caemos y somos heridos, o también acertamos, tomamos buenas decisiones y triunfamos. Lo que verdaderamente importa es que, en cualquiera de las dos situaciones, tomar el consejo de Dios me llevará a conocer y experimentar su amor y protección, así como la paz necesaria para vivir, tal como lo describe el salmo. Entonces, cuando no puedas levantar tu cabeza a causa del dolor, la tristeza, impotencia, o miedo, Él te levantará, renovando tus fuerzas, y cuando triunfes, celebrarás en los brazos del Padre sabiendo que Él te dio la sabiduría y el sustento para ganar esta lucha.

Si las circunstancias nos hacen agachar la cabeza, Él con sus manos de Padre amoroso y Dios fuerte, nos la levanta nuevamente y nos dice: “Yo soy tu escudo, yo estoy contigo, levántate, no temas. Hay un camino, hay una salida. Yo soy tu salida.” ¡Ten fe corazón, te animo alma mía, levanta tu cabeza y sigue caminando! ¡Duerme, descansa, porque cuando despiertes, vendrá tu salvación!

Valente Núñez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *