Devocional

Apacienta mis corderos

Desde el inicio de nuestro peregrinar en el ministerio, para Lorena y para mi el trabajo con niños ha sido esencial. Era el 2010, cuando iniciabamos una iglesia sosteniendo un club infantil donde cantábamos, jugábamos y enseñábamos la Biblia a un grupito de chiquillos que sábado tras sábado se congregaban con nosotros. 

Han pasado ya muchos años desde entonces; de algunos de esos niños ya no supimos mucho. Recordamos a una pequeña llamada Polette, quien llegaba solita a nuestra reunión (y tenia solo unos 2 años quizá); también a un “Brandon”, que a veces era grosero pero que se sentaba junto a los demás a escuchar las historias de la vida de Jesús. Pero hay otros que si sabemos donde están, y a quienes hemos acompañado, y hemos sido testigos de como conocen a Cristo, deciden seguirle, y algunos incluso están sirviéndole fielmente.

Hay un episodio del ministerio de Jesús que remueve mis entrañas al pensar en los niños. Cuando Jesús se aparta a platicar con Pedro, al final del evangelio de Juan, el Maestro le da tres veces una indicación muy especial: Apacienta mis corderos. Cada que leo esas lineas del evangelio, pienso en los corderos, en las “ovejas pequeñas”, en esos indefensos, en esos que “no pagan diezmos”, que hacen ruido en las reuniones, que tiran el refresco entre las sillas, que rompen por accidente los vasos y platos de la iglesia, que lloran en medio del sermón porque están cansados; los corderos son esos niños y niñas que llegan solitos a la iglesia porque quizá sus papás no están en casa, pero que gracias al ambiente de familia de sus congregaciones, al estar en la iglesia se sienten seguros. Esos pequeñitos que distinguen que ahi, en la iglesia, están bien.

Esas palabras deben seguir resonando en nuestros oídos: Apacienta mis corderos. Y es nuestro trabajo construir lugares seguros para ellos, donde puedan jugar, crecer, aprender, ser formados. Algunos solo van a encontrar una familia saludable aquí, entre nosotros, entre la iglesia (como yo, cuando era niño y llegaba temprano a la iglesia, caminando algunas cuadras solito con mi biblia en mano).

La foto la tomaron hoy, con una de las “ovejitas mas pequeñas” de la congregación que pastoreamos hoy. Y veo esa foto, y refrendo mi compromiso con el Señor, compromiso al que te invito a unirte, de Apacentar a los corderos del Señor.

Sobre el autor

Hugo Almanza es un pastor metodista mexicano, radicado en Reynosa Tamaulipas; tiene mas de 10 años ejerciendo el ministerio, ha sido maestro del Seminario Wesley de Monterrey, músico y escritor.

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